Llevamos bastante tiempo afanándonos en transmitir que el mercado sufría un trastorno bipolar. Por un lado, los índices directores de Wall Street y algunos europeos capaces de seguirles (Dax alemán y Footsie inglés) disfrutaban de una impecable tendencia alcista en todos los plazos. Por el otro, los mercados europeos sobre cuyas economías gravita la sombra de la duda, Grecia, Portugal, España e Italia principalmente, sufrían su particular calvario bajista o lateral-bajista.
Hemos insistido hasta el aburrimiento en lo necesario que se iba haciendo una corrección proporcional en el mercado americano, a fin de aliviar la verticalidad que el movimiento al alza iniciado en febrero iba tomando, saneando con ello la tendencia. Incluso nos hemos preguntado cómo afectaría esa eventual corrección en los mercados alcistas al debilitado Ibex 35, apuntando nuestro temor a un empeoramiento considerable del enfermo.
Pero nunca habíamos imaginado que viviríamos lo que hace un rato se ha visto en los mercados. El S&P 500 cayendo más de un diez por ciento hace un par de horas es algo que sólo se ha visto en los peores momentos del año 2.008 y en días de tragedias.
Una ola de pánico ha recorrido los mercados mundiales e imaginamos que los sistemas automáticos de trading han hecho el resto. Estas cosas se retroalimentan: mi orden de venta hace que salte la tuya y así sucesivamente y multiplicado por millones de operadores.
Más allá de la espectacular recuperación intradiaria que se ha visto tras ese ataque de nervios, acaso generada en parte por el Séptimo de Caballería y por los cazadores de gangas, el daño ya está hecho y el mercado se ha convertido en un lugar peligroso.
Una de las cosas que distinguen a una tendencia alcista es el sentimiento de fondo instaurado en el mercado, de suerte que cada retroceso es visto como una oportunidad de entrada, haciendo que cada vez se pague más y más por los títulos negociados, en la creencia de que el paso del tiempo no hará otra cosa que revalorizarlos. Cada debilidad, intradiaria en muchos casos, es vista como una oportunidad de compra. Echad un vistazo a las series americanas y veréis cómo están plagadas de velas con sombras inferiores alargadas, síntoma inequívoco de ese sentimiento que comentamos.
Sin embargo, ahora, aunque sólo haya sido por momentos, el sentimiento era el contrario: la caída no hacía otra cosa que despertar el recelo, cuando no el pánico, en los operadores, y, más que una oportunidad de compra, lo que los traders veían era una oportunidad de vender antes de que las cosas se pongan peor. Algo ha cambiado en el mercado y conviene no perderlo de vista.
Técnicamente, la espectacular recuperación del final de la sesión ha dejado al S&P 500 con el precio dentro del canal alcista. La directriz ha sido agujereada, pero no perdida, lo que es un buen dato. El Dow Jones ha perdido su directriz alcista nacida en marzo de 2.009, pero mantiene holgadamente el canal lateral-alcista de medio plazo.
En Europa, el Ibex sigue jugando con la ley de la gravedad y la caída aún tiene una verticalidad altamente peligrosa para los buscadores de suelos. El Eurostoxx 50 habría confirmado una pauta de doble techo, aunque conviene esperar al cierre semanal de mañana para extraer conclusiones.
Y por ahí podría venir la conclusión: mejor esperar al cierre semanal de mañana para intentar ver las cosas con algo de calma. Si esto no ha sido otra cosa que una pesadilla de unas horas (hablamos, por supuesto, de Wall Street), es algo que ya se verá.
Y, como siempre, por aquí intentaremos seguir los acontecimientos.