Nos han dejado hoy los índices directores de Wall Street una vela de onda alta, caracterizada por su escaso cuerpo real y sus alargadas sombras superior e inferior. Este tipo de velas son, sobre todo, reflejo de un mercado indeciso, en el que ninguno de los bandos enfrentados (alcistas y bajistas) es capaz de ganar un ápice de terreno. Con ello viene a corroborarse lo que no hace mucho mencionábamos: no se encuentran fuerzas renovadas para seguir subiendo, pero tampoco aparecen motivos de peso para tirar de los precios hacia abajo.
Si bien este tipo de velas, cuando se producen en el seno de una tendencia alcista previa, tienen teóricamente implicaciones de techo temporal de mercado, su fiabilidad no es tal como para fiarlo todo a una sola sesión y conviene esperar futuros acontecimientos. Y también es cierto que índices como el Nasdaq 100 están pidiendo a gritos un descanso que aligere la verticalidad de la subida dibujada en este mes de septiembre, por lo que no habría que rasgarse las vestiduras, en el lado americano del mercado, si vemos una corrección en el muy corto plazo.
En el lado español del mercado, nuestros blue chips, esos tres mosqueteros que conforman Santander, Telefónica y BBVA, están justo en el punto en el que hay que rebotar. De lo contrario, si se pierden esas directrices alcistas de corto plazo que marcamos en los gráficos, y sobre todo si con ello viene la pérdida de los 10.400 puntos por parte del Ibex 35 que ayer comentábamos, el aspecto técnico quedará seriamente dañado, siempre en términos cortoplacistas.
Como veis, sigue habiendo sobrados motivos para permanecer pendiente del mercado.